El sector del agua se encuentra actualmente en un momento con numerosos retos que afrontar, tales como los efectos del cambio climático (sequías persistentes, lluvias torrenciales, …), el cumplimiento de nuevos marcos regulatorios (RDPH, RD 3/2023, Directiva Depuración) o los incrementos de los costes energéticos y demás insumos.
En este contexto ya dificultoso en sí mismo, llegan al sector las ayudas PERTE para su digitalización, con el fin de ayudar a mejorar el control y la eficiencia en el uso del agua y en la explotación de las instalaciones del ciclo del agua.
Estas ayudas, aunque obviamente son una gran oportunidad para el sector para acometer inversiones importantes, son en sí mismas un reto adicional para los organismos públicos y privados responsables de la gestión del agua.
Efectivamente, desde la preparación de la propuesta a presentar en la solicitud de la ayuda, hasta la puesta en marcha, mantenimiento y explotación de las tecnologías implantadas, todas las fases de los proyectos entrañan dificultades a tratar.
Entre estas dificultades, una vez definidos los objetivos y actuaciones de cada proyecto, se encuentra la adquisición de la tecnología a implantar para la digitalización de los diferentes procesos. En este caso, los principales factores que se están teniendo en cuenta en el análisis de las soluciones disponibles son:
- Fiabilidad de las mediciones para el rango de valores que pueden producirse o capacidad para reaccionar ante variaciones de los parámetros medidos. Por ejemplo, la detección de alteraciones o de contaminantes en aguas potables o residuales debe ser inmediata y para variaciones mínimas en la concentración o en valores de pH o turbidez.
- Equipos dotados con inteligencia propia que permitan, por ejemplo, un primer análisis sobre la existencia o no de una fuga, ajustes en función de la temperatura o actuar regulando de forma activa la presión sobre una válvula reductora.
- Información aportada por los equipos. La información debe ser completa y en las unidades de medida de la variable monitorizada. Por ejemplo, si se trabaja con equipos acústicos de detección de fugas, la unidad de medida debe ser el decibelio.
- Necesidades reales de mantenimiento de los equipos con su impacto en costes de explotación, ocupación del personal, …
- Autonomía real de los equipos y consumos energéticos reales en los modos de operación necesarios para cada parámetro. Si se pretende monitorizar aliviaderos con mediciones quinceminutales con el fin de limitar el consumo energético, se dejarán sin detectar y medir alivios de duración inferior y el cálculo de los volúmenes aliviados se realizará con precisión reducida.
- Sistemas de comunicaciones adecuados para cada tecnología que permitan, por ejemplo, el envío de archivos de audio cuando se trata de detección de fugas de agua.
- Plataformas de gestión de datos seguras y con funcionalidades suficientes para el tratamiento eficiente de la gran cantidad de datos que generarán los numerosos equipos de diferentes tipologías de cada proyecto. Asimismo, estas plataformas deben ser abiertas, posibilitando su integración con otras soluciones.

Adicionalmente a las características intrínsecas de las tecnologías, se valora de forma importante el soporte técnico prestado para la óptima configuración e instalación de los equipos, en algunos casos (en particular en redes de saneamiento), aspecto crítico para la validez de las mediciones y la durabilidad de los equipos.
Es evidente que la adopción de tecnologías que reúnan estas características permitirá alcanzar los objetivos propuestos sin sobresaltos inesperados en resultados, durabilidad, costes de mantenimiento, etc, aprovechando plenamente la subvención concedida más la inversión en la parte del presupuesto asumida por cada beneficiario de la ayuda.